Canelo Álvarez: “Una derrota no me define” y la lección detrás de su pelea con Crawford
Una reflexión sobre humildad, legado y la verdadera victoria más allá del ring
Una derrota no me define: la lección de Canelo
Voy a comenzar esta columna con una confesión importante: nunca he conocido personalmente a Saúl “Canelo” Álvarez. Ni en un campo de golf ni en un estudio de radio. Nunca lo he entrevistado ni he tenido la oportunidad de cruzar una palabra con él. Y creo que esa aclaración es esencial porque, aunque compartimos raíces mexicanas (somos de Jalisco) y hasta la misma pasión por el golf, lo que escribo aquí no parte de una relación personal ni de un interés por quedar bien con el pugilista. Esta es mi visión, sincera y objetiva, sobre lo que representó su más reciente derrota.
Lo digo desde el inicio: no soy un gran aficionado del boxeo. No sigo cada cartelera, ni me sé las estadísticas de memoria. Pero sí soy fan de Canelo Álvarez. No tanto por su estilo de pelea, sino porque ha logrado convertirse en un símbolo que trasciende el cuadrilátero. Ha llevado la bandera mexicana al escenario más alto, enfrentando críticas, celebraciones y la enorme presión de representar a millones de aficionados que ven en él la continuidad de una tradición boxística que nos define como país.
Y en esta ocasión, más que por los golpes, me conquistó por sus palabras.
La frase que golpeó más que un gancho
Después de perder contra Terence Crawford por decisión unánime, Canelo no se derrumbó ni buscó excusas. En su entrevista con Max Kellerman, agradeció a los aficionados y soltó una frase que, en mi opinión, vale más que cualquier cinturón:
“Una derrota no me define… al estar aquí yo ya gané.”
Ese instante me pareció más grande que cualquier estadística o movimiento dentro de la pelea. Fue el tipo de momento que revela más que los golpes en el ring: la manera en que un campeón enfrenta la derrota.
Pero en lugar de caer en la soberbia o la frustración, Canelo lo transformó en un gesto de humildad. Aceptó que perder es parte del riesgo de atreverse, y que en ese riesgo también se encuentra el verdadero valor de su legado.
El peso invisible que cargan los campeones
Me hizo reflexionar sobre la carga que llevan los atletas de alto rendimiento. No basta con entrenar, ganar peleas y coleccionar títulos. También cargan con las expectativas de ser “el mejor de todos los tiempos”, con el análisis de la prensa y con los debates interminables en la calle: ¿quién fue más grande, Julio César Chávez o Canelo Álvarez?
Ese tipo de comparaciones pueden robarle a un atleta la capacidad de valorar lo que ya logró. Los récords están ahí, pero pocas veces hablamos del desgaste emocional de vivir bajo la lupa del mundo entero. En esa entrevista, Canelo mostró que está aprendiendo a poner las cosas en perspectiva: perdió una pelea, pero no perdió su esencia, ni su historia, ni su legado.
Si hubiera ganado…
Tal vez, si hubiera salido victorioso, su discurso habría sido distinto. Quizá habría dicho: “soy el mejor, y lo he comprobado”. Pero la derrota lo llevó a un terreno más humano, más profundo. Ganó en madurez, en inteligencia emocional, en aceptación.
Mostró que una caída no define a la persona, ni al esposo, ni al padre, y mucho menos al peleador que ya ocupa un lugar indiscutible en la historia del boxeo.
¿El futuro de Canelo?
Se comenta que planea retirarse en un par de años para dedicarse al golf. Yo, desde esta humilde trinchera, le diría: ¿para qué esperar tanto? Que cuelgue los guantes ya y se entregue de lleno al deporte que compartimos. Me encantaría encontrarlo un día en un campo de golf, mano a mano, aunque sé que seguramente perdería contra el gran campeón mexicano. Esa sí sería una derrota que me definiría como persona… y mis amigos me lo recordarían todos los días.
En conclusión…
Gracias, Canelo, por recordarnos que hay días que ganamos y días que perdemos, pero que ni la victoria ni la derrota nos definen. Lo que realmente importa es el camino, el esfuerzo constante y la valentía de seguir adelante sin rendirse.
Esa es la enseñanza que me llevo, y la que quiero compartir con mis Argonautas: en la vida, como en el box, lo que cuenta no es solo el resultado, sino la forma en que asumimos cada golpe y cada oportunidad. Al final, lo que nos define es lo que seguimos haciendo a pesar de los tropiezos, o como decimos en la radio, por amor al arte.