¿Qué pasó con Los Tigres del Norte? La voz del pueblo que hoy se extraña
Un análisis sobre su legado, los corridos del migrante y su impacto en la comunidad latina en Estados Unidos
Por Juan Carlos Ramírez-Pimienta, profesor en San Diego State University
¿Dónde están Los Tigres del Norte? La respuesta más obvia, más sencilla, es trabajando: produciendo sus discos y haciendo sus giras. A veces cantando con sus voces ya muy cansadas, y otras veces logrando alcanzar los tonos y remontándonos a sus mejores tiempos. Porque, si algo no se puede negar, es la importancia de este popular grupo musical mexicano, chicano, latino o de quien quiera escucharlos, cuya música es, al menos, panamericana.
En efecto, Los Tigres del Norte son el grupo norteño más popular e influyente de todos los tiempos. Algunos podrían adjudicar ese título a Los Alegres de Terán, Los Cadetes de Linares u otros conjuntos con grandes méritos artísticos. Lo que propongo aquí es que Los Tigres son el grupo que más ha influido en la cultura popular, tanto del México de afuera como del de adentro. De hecho, han sido más que un grupo musical: han sido una fuerza social.


En 2014, mientras vacacionaba con mi familia en México, recibí un correo electrónico de un reportero del New York Times que estaba escribiendo una nota amplia sobre Los Tigres. Como parte de su reportaje, seguía al grupo en una extensa gira por ciudades del medio oeste norteamericano. El periodista estaba muy confundido por la gran popularidad del grupo, reconocido por todos los trabajadores latinos de los hoteles y restaurantes que visitaban. No podía reconciliar esta enorme popularidad con la invisibilidad del grupo en el mundo anglosajón. Se comunicó conmigo para pedirme que lo ayudara a entender lo que Los Tigres del Norte significaban para la comunidad latina en Estados Unidos.
Aquí una entrevista realizada el pasado mes de mayo desde su concierto en el icónico Madison Square Garden de Nueva York:
Los argonautas más enterados dirán que Los Tigres siguen muy presentes, muy vigentes, al punto de haber ganado dos Latin Grammy por mejor álbum norteño y mejor canción regional mexicana hace tan solo unos días. El tema que les dio el triunfo es la producción La Lotería, cuyo tema promocional del mismo título se describe como una metáfora de la experiencia del migrante. En efecto, en la letra de la canción hay versos que describen las vivencias de los migrantes:
Siempre parte el corazón dejar tu tierra,
porque el árbol ya no da muy buena sombra.
Aunque el gallo de otro rancho los despierta
pa’ volver siempre andan contando las horas.
Hay, asimismo, otros versos que parecen aludir a la administración actual, fácilmente adjudicables a Donald Trump:
El catrín convence con un buen discurso,
prometiendo bajarle la estrella al pueblo.
Pero llena el cantarito de monedas,
y el perico viaja por los aeropuertos.
“La lotería”, de la autoría del prolífico compositor sinaloense Luciano Luna, recuerda temas de hace décadas de los propios Tigres del Norte, corridos como “El circo” de Jesse Armenta (Unidos por siempre, 1996) y “La granja” escrito por Teodoro Bello y contenida en el álbum del 2009 del mismo nombre. Ambos temas, de manera cifrada, alegórica, hablaban de la política mexicana.
Disfruta de la presentación de Los Tigres del Norte en la pasada entrega de los Latin Grammy en Las Vegas:
Los tiempos actuales no están para alegorías, para ambigüedades. Lo que urge es un lenguaje directo en defensa de la comunidad. En este momento no puedo más que decir: ¿cómo se extraña a Enrique Franco? ¿Cómo se extrañan las canciones y los corridos de Franco, que, bajo su dirección artística, llevaron a Los Tigres a ganar el Grammy (1988) con su álbum América… sin fronteras, cuyo promocional fue precisamente el tema “América” :
Porque América es todo el continente.
El que nace aquí es americano.
El color podrá ser diferente,
más como hijos de dios somos hermanos.
Esa de arriba es una respuesta clara, sin ambages, que desde la década de 1980 enviaban Enrique Franco y Los Tigres del Norte a los movimientos xenofóbicos. Yo extraño esas respuestas musicales directas de Franco, fallecido en 2013, pero que dejó de contribuir con Los Tigres desde inicios de los años noventa. Extraño sus corridos, como “La jaula de oro”, “Tres veces mojado”, “Los hijos de Hernández” y otros más: corridos cuyo mensaje era fácil de interpretar, una clara defensa del migrante.
En el año 2000 tuve la oportunidad de entrevistar, junto con mi hermano Jorge Omar, a Enrique Franco. No era muy proclive a conceder entrevistas, pero gracias a la mediación de un conocido de la familia accedió a vernos, y pudimos conversar con él ampliamente. La charla tuvo lugar en la cafetería Sanborns de la Zona Río de Tijuana y duró unas cinco horas. Para ese entonces yo me iniciaba como profesor de literatura mexicana y ya había publicado un par de artículos sobre el corrido. Estaba muy interesado en los nuevos desarrollos del género y, en particular, en su relación temática con el narcotráfico.
Yo quería que la entrevista se centrara en lo que ya comenzaba a denominarse narcocorrido, pero desde un inicio Franco se mostró poco receptivo al tema. De lo que él quería hablar era de los corridos de emigrantes y, en cierta medida, de la naturaleza misma del corrido, un género que siempre le había interesado y sobre el que había reflexionado y teorizado ampliamente. Incluso había compuesto un corrido titulado precisamente “El corrido”, que Los Tigres grabaron en 1989 en la producción Corridos prohibidos:
Voz del oprimido, un retrato hablado.
Calificativo y hasta exagerado.
Tribuna que ha sido del pueblo juzgado.
Ese es el corrido, ese es el corrido que me han enseñado.
En esas horas de charla tuve la oportunidad de discutir con él los puntos finos de su cancionero del migrante, su impacto social y su papel como voz del pueblo. Aprecio lo que recientemente hicieron Los Tigres del Norte con “La lotería”, pero hubiera querido un corrido más directo, con un mensaje más contundente en defensa de la comunidad migrante, que está bajo ataque directo, al menos desde 2016 y más claramente ahora, en el segundo mandato de la administración Trump.
Ahora más que nunca se necesita que el corrido cumpla con una de sus funciones tradicionales: ser la voz que defiende al oprimido, la voz del pueblo.
Colaboración especial para ArgosLatino.com de Juan Carlos Ramírez-Pimienta, profesor de estudios de la frontera en San Diego State University




