Cumplí 50… y resultó ser mucho mejor de lo que imaginaba
5 lecciones para vivir sin prisa, sin culpas y con la libertad que solo da la experiencia
Cuando era pequeña pensaba en el futuro y me imaginaba de adulta. Pensaba como seria mi vida en el año 2000, porque en aquella época, ese año sonaba lo más futurista posible. Considerando que en el 2000 cumplí 25 años, la realidad ha superado la imaginación y resultó ser mucho más sorprendente de lo que aquella niña podía imaginar.

En mis sueños infantiles, me veía como una mujer profesional viviendo sola en un apartamento perfectamente decorado. No tenía claro a qué me dedicaría, pero me imaginaba con un portafolio en la mano y un traje sastre impecable. Esa fantasía nunca se cumplió tal cual: nunca he cargado un portafolio y los trajes sastres no son lo mío. A los 25 todavía no sabía bien lo que quería ni dónde encajaba; la vida profesional y personal aún no estaban definidas. Llegué a ser una mujer independiente, viviendo sola y con un apartamento decorado a mi gusto… pero eso pasó ya después de los 30.
Esta semana cumplí 50, y muchas cosas han pasado desde entonces. La vida que tengo ahora es muy distinta a la que me imaginaba al llegar a esta edad. De niña pensaba que una mujer de 50 ya era una viejita. Y sí, tengo canas y me duelen las rodillas, pero todavía me siento lejos de ser una anciana.
A lo que voy con todo esto es que la vida pocas veces es como la imaginamos. Cambia el contexto, cambian las circunstancias, suceden cosas que ni siquiera se nos ocurren cuando somos jóvenes. En la mayoría de los casos, las cosas terminan siendo mejores de lo que pensábamos. Y algo que sí es muy cierto es que aprendemos: a vivir mejor, a preocuparnos menos, a definir y respetar nuestras prioridades. Eso ya es ganancia.
La situación ahora mismo en mi vida no es necesariamente favorable. Sin embargo, la edad me ha ayudado a tomarme todo con más calma y a entender que todo es pasajero. Por eso, al llegar a los 50, quiero compartir contigo cinco cosas que he aprendido y que pueden aplicar en cualquier momento de tu vida:
Olvídate de los números y destierra las creencias limitantes. La edad es un dato cronológico que no debería dictar cómo vives tu vida. A los 30, 40, 50 y hasta 60, no estás “demasiado mayor” para nada; estás viva, consciente y con tiempo por delante. Mientras tengas las ganas y las ideas, valora tu tiempo y olvídate de limitarte por la cronología. Eres una persona plena y deja despertar a lo que realmente te motiva.
Valora tu vida y tus experiencias: tienes un tesoro de sabiduría. Con el paso de las décadas te vuelves más completa y consciente. La experiencia acumulada te da claridad sobre quién eres y qué quieres, algo que es un tesoro comparado con la juventud. A los tu “cofre” está lleno de posibilidades de ser feliz gracias a todo lo vivido y aprendido .
Cuida tu salud con cariño. Cumplir cincuenta me obligó a escuchar a mi cuerpo de verdad. No es que un día aparezcan enfermedades de la nada; es que notas que tus huesos y tus músculos ya no aguantan lo mismo, y que te cansas si no te mueves. Empecé a caminar todos los días y a tratar de moverme más. Comer un poco más sano y bajar el estrés dejaron de ser un “deber” y se convirtieron en regalos que me daba para disfrutar más de la vida . Cada una encuentra su forma, pero el mensaje es el mismo: tu cuerpo te acompaña siempre, así que vale la pena cuidarlo.
Reconéctate con tus sueños y vive sin miedo. Cumplir 50 no significa que debas renunciar a tus metas. Al contrario, es un buen momento para revisar tu lista de sueños, ver cuáles siguen vigentes y crear un plan para alcanzarlos. Aprovecha el presente: abraza, baila, ríe, ama y pon en marcha la sabiduría que has acumulado . Esa combinación de experiencia y audacia te permite vivir “en mayúsculas”, disfrutando de tus relaciones, de tu libertad y de aquello que realmente te apasiona. Yo digo que a esta edad perdemos la vergüenza, en el mejor sentido de la frase. Aprovecha ser una “sinvergüenza” y disfruta de la vida!
Ámate y mantén una actitud joven. A medida que pasan los años, desarrollas claridad y visión sobre lo que quieres y a quién quieres en tu vida. La juventud no es un número, sino una actitud: se puede ser joven a los 70 y mayor a los 30. Recuerda que amarte, mimarte y valorar quién eres te mantiene joven y te ayuda a amar a los demás desde un lugar sano. Esto, junto con la conexión con amigos y familiares, es esencial para afrontar los cambios hormonales, físicos y emocionales de esta etapa.
Mi abuelo, del que ya he hablado antes en esta columna y que fue el hombre más sabio que he conocido, decía que uno muere y nunca deja de aprender. Aprender y seguir siendo curioso te mantiene joven. La vida no se trata de llegar a una meta final donde todo tiene sentido; siempre estás en proceso, siempre reajustas, siempre estás empezando algo nuevo. Y a ti que lees esto, no importa tu edad, espero que estas palabras te acompañen. Agradece tu presente, perdona tu pasado y cuídate. Porque al final, lo único que realmente importa es la calidad de los momentos que vives y las personas con las que los compartes.





