Memorias (y frustraciones) de un fan de los Cowboys
Imperdible el nuevo documental de Netflix - America’s Team: The Gambler and His Cowboys

Hay pasiones que se heredan, otras que se descubren… y algunas que llegan como un flechazo inesperado en la infancia. Para mí, los Dallas Cowboys entraron así, de golpe y para siempre.
Tenía unos seis o siete años, en México. Mis días eran de cascarita con los amigos de la escuela o en el barrio. El fútbol soccer era lo nuestro, lo único. Pero una tarde quedó grabada en mi memoria: en la televisión aparecían imágenes de un deporte extraño, con cascos y choques. Lo poco que recuerdo es a Tom Landry con su sombrero inconfundible, y a Tony Dorsett corriendo como un rayo. Tal vez fue la estrella en el casco, tal vez la elegancia de Landry, tal vez las hazañas de Dorsett (o quién sabe, hasta las porristas que también se colaban en la pantalla). El caso es que quedé impactado.


De niño no entendía mucho del juego, pero sí entendí algo: ese equipo tenía magia.
Pasaron los años, y aunque dejé de seguir el fútbol americano un tiempo, nunca olvidé a los Cowboys. Ya como adolescente, en San Fernando, California, viviendo más de cerca la cultura de este deporte, regresaron aquellas emociones dormidas. Y qué momento para volver: Jerry Jones compraba al equipo y con él llegaban las nuevas estrellas. Troy Aikman, Emmitt Smith, Michael Irvin, y la mente brillante de Jimmy Johnson en la banca. Una dinastía nacía frente a mis ojos.





El documental y la nostalgia
Hoy, décadas después, Netflix revive esa historia con un documental sobre Jerry Jones y la dinastía de los 90: America’s Team: The Gambler and His Cowboys.
Y ahí estoy yo, otra vez niño frente a la tele, recordando lo que sentí la primera vez que vi a los Cowboys. Nostalgia pura.
Porque sí, han pasado casi treinta años sin ganar un Super Bowl. Treinta años de ilusiones, decepciones y el famoso “este año es el bueno”. Y sin embargo, cada temporada, como ahora que está por arrancar la NFL, siento la misma emoción de aquel niño que se quedó hipnotizado por la estrella en el casco.
Denzel Washington, uno de los actores más finos en la historia del cine, es fan de los Cowboys. Y nunca me hubiera imaginado compartir con él la misma frustración, dolor, ansiedad, agonía de no levantar el trofeo Lombardi, una vez más.
Ser fan de los Cowboys es más que esperar trofeos: es abrazar una identidad. Es cargar con la esperanza, y cuando los Vaqueros ganan, aunque sea un partido de temporada regular, no solo gana el equipo: ganan mis recuerdos, gana mi infancia, gana esa parte de mí que todavía se emociona como si fuera la primera vez.
Por eso soy fan de los Dallas Cowboys. Porque, pase lo que pase, siguen siendo el equipo de América… y el de mi corazón.